

Cuando la gran serpiente atacó a los yaquis, las flechas no podían herirla. Rebotaban en su caparazón como si fueran de paja.
Después de ser derrotados dos veces, los sabios se reunieron bajo la ramada y decidieron buscar ayuda. Enviaron a la golondrina mensajera con rumbo a las llanuras, donde vive el poderoso Mago Chapulín, un gigante bendecido por los dioses con espolones serruchos y el poder del salto cósmico. 



Cuando la golondrina le explicó la amenaza, el mago respondió:
“Vuelve al sendero… yo seguiré la luz que portas.”
Desde el cerro Júpare se afiló las espuelas con las piedras sagradas del norte, pronunció palabras que nadie entendió y dio un salto tan grande que cayó directamente en el corazón del campamento yaqui.

Cuando la serpiente llegó, el mago le dio dos espuelazos certeros.
La cabeza cortada rodó hasta donde hoy se forma el Cerro Boca Abierta, y el cuerpo, al este, formó el cerro Go’ochimea, que significa “muerta por el chapulín.”

Desde entonces, el pueblo yaqui vivió en paz bajo el manto protector de un héroe ancestral.

Ser Yaqui,
es un Don de Dios…